Con este artículo abrimos el blog de contenidos especializados en deducciones I+D+i de nuestra nueva web www.deducciones.es. El mismo pretende servir de canal de actualidad para nuestros clientes y seguidores, recogiendo las novedades que se producen en el día a día de este instrumento de financiación que, con una demanda creciente, se muestra dinámico, con noticias y cambios continuos en fechas, procedimientos, criterios, etc… que van más allá de lo estrictamente oficial y recogido en la Ley.

Para inaugurarlo, hemos pensado que no vendría mal hacer un pequeño recordatorio de la historia que ya tiene este incentivo para remarcar que, aunque todavía con un amplio margen de mejora, se encuentra en su momento más álgido, aún cuando sus beneficios hayan podido ser mayores en tiempos pasados.

Aunque podríamos remontarnos más lejos en el tiempo, vayamos 20 años atrás, en los comienzos de Prointem. Por aquel entonces era un incentivo de baja difusión, del que se beneficiaban pocas empresas. Una época en la que el término I+D no resultaba, ni muchos menos, tan familiar como ahora, que es a menudo utilizado de forma exagerada, como si fuera la panacea para dar solución a los diferentes problemas económicos de nuestro país.

Eran los tiempos en los que la I+D parecía ajena a las Pymes, incluso para los pocos que realmente la ejercían, ya que no había consciencia de ella. Se trataba más de un campo limitado a las grandes empresas (y no a todas), que se aventuraban a autoaplicarse ahorros fiscales. Algo que las Pymes percibían como demasiado arriesgado. Si bien, organismos como el CDTI, por aquel entonces con una capacidad mucho más limitada que ahora, tanto en presupuesto como en infraestructura, hacían un gran esfuerzo por aclarar los conceptos de la I+D, difundiendo entre las Pymes sus ventajas, poniendo a su alcance su sistema de financiación preferente, a través de un contacto muy directo y cercano. Algunas de estas Pymes se atrevían también a aplicarse deducciones fiscales, debido a que la financiación CDTI, aunque no fuera vinculante para Hacienda, suponía un reconocimiento implícito, generando seguridad.

Sin embargo, con los años, la I+D (y su añadido posterior IT) ha ido cobrando más reconocimiento como pilar básico sobre el que sustentar el crecimiento competitivo de nuestro tejido empresarial, difundiéndose ampliamente sus bondades desde todo tipo de instancias, hasta el punto de que, hoy en día, es raro ya encontrar una empresa con cierto tamaño que no tenga incorporada la expresión I+D+i en su estructura organizativa. Se ha convertido también en una cuestión de imagen. Todos (incluso en el ámbito social) estamos ya concienciados de la importancia de la innovación, aunque otra cosa es llegar a hacerla, asumiendo las incertidumbres que le son intrínsecas.

Claro está que son precisamente las políticas de los gobiernos las que intentan aligerar estos riesgos. Pero mientras que la financiación directa, en sus distintas, y a veces imaginativas, variantes, ha sufrido altibajos, determinados principalmente por las dotaciones presupuestarias asignadas, la vía del ahorro fiscal no ha hecho más que crecer en los últimos años. Así, desde que en 2003 (Real Decreto 1432/2003, de 21 de Noviembre), se despejaron inseguridades, a través de la regulación de los Informes Motivados, vinculantes para Hacienda, el número de éstos no ha hecho más que crecer. De los casi 300 solicitados en el primer año, 2003, se ha pasado en 10 años a más de 5.000.

Pero el último impulso se lo está dando la Ley de Emprendedores, que entró en vigor para los periodos impositivos que diesen comienzo a partir del 1 de Enero de 2013. Todavía no hay datos oficiales, pero es evidente que se va a dejar notar en los números, ya que ha abierto las puertas a las deducciones a muchas empresas que hasta ahora no podían aplicárselas por falta de cuota, entre ellas un gran número de pymes, aún cuando muchas de ellas venían haciendo desde hace ya años I+D+i de forma intensiva y continua.

En este momento, precisamente durante estos primeros meses de 2016, se están realizando, por parte de Hacienda, los abonos de las primeras deducciones acogidas a la Ley de Emprendedores (las correspondientes al ejercicio 2013), despejando las dudas existentes, y generalizadas, sobre su puesta en práctica real. Es evidente que esto va a generar confianza, animando a muchas otras empresas, sobre todo Pymes, siempre con mayor recelo, a utilizar de forma habitual este instrumento.
En este punto nos encontramos actualmente, y aunque envueltos en la incertidumbre lógica que provoca la situación política española, es de esperar que, de una forma u otra, este incentivo siga creciendo y, por qué no, mejorando…

Por Juan Carlos Serrano, Director Gerente Prointem