El gran dinamismo que están mostrando las herramientas soft, con ámbitos de aplicación dispares, multiplicando y haciendo crecer casi efervescentemente a muchas empresas, se ve fortalecido por la posibilidad de beneficiarse de deducciones fiscales derivadas de sus actividades de I+D+i, aun cuando su cuota en el impuesto de sociedades sea insuficiente.

El denominado cheque o monetización fiscal, introducido en la famosa Ley de Emprendedores (Ley 14/2013) y trasladado posteriormente al artículo 39, apartado 2, de la Ley 27/2014 del Impuesto sobre Sociedades, ha supuesto un importante avance en el desempeño de las deducciones fiscales como instrumento real para incentivar las actividades de I+D+i.

La mayor parte de las herramientas soft que se desarrollan tienen como mínimo un componente de innovación subjetiva, es decir que suponen una novedad para las empresas que las desarrollan y/o que las aplican. Esto ya es de importancia vital para conseguir la calificación IT (innovación tecnológica). Otra cosa será el alcance del soft desarrollado, su grado de complejidad y, por tanto, incertidumbre, y el coste que ha supuesto el proyecto.

Pero, además, es que no es tan complicado alcanzar la calificación de I+D y optar a las máximas deducciones fiscales por considerarse un software avanzado. Muchas herramientas incorporan ya algoritmos o sistemas matemáticos que permiten la simulación o predicción, por ejemplo, de eventos futuros tomando como referencia el estudio de bases de datos históricas de partida (puede tratarse de big data). Entramos así en el campo de la inteligencia artificial, donde los desarrollos se están multiplicando.

Ha de considerarse también que estas herramientas no sólo se están planteando como nuevo producto, servicio o como apoyo para una mayor cobertura comercial, sino también como piezas clave para optimizar procesos y procedimientos internos, por lo que el campo que abarcan es amplísimo, conectando con multitud de sectores.

En este sentido, conviene contemplar iniciativas gubernamentales como la denominada Industria Conectada 4.0, cuyo objetivo es impulsar la transformación digital de la industria española mediante la incorporación de nuevas tecnologías de electrónica, información y comunicaciones. Para ello se han habilitado instrumentos financieros (como las deducciones por I+D+i o el cheque fiscal) de los que se pueden beneficiar actuaciones que contemplen la conexión del mundo físico y el digital (realidad aumentada, impresión 3D, robótica, sensores, sistemas inteligentes embebidos o internet de las cosas, entre otros), la comunicación y el tratamiento de datos (cloud computing, ciberseguridad,…), la gestión inteligente de la trazabilidad (Big Data y Business Intelligence), o la gestión integral de la empresa (desarrollo de soluciones propias de gestión en diferentes ámbitos).

Asimismo, su alcance toca de lleno a las Pymes, principalmente a las que su actividad se encuadra en el sector de las TIC’s, compuesto por multitud de pequeñas empresas que muchas veces basan su Core Business en sistemas de desarrollo propio. Para estas empresas, el cheque fiscal es un excelente incentivo, ya que, de forma general, su cuota del impuesto de sociedades y, por tanto, el límite general establecido del 50% de ésta, es desproporcionadamente inferior a los gastos de I+D+i en los que incurren.

La posibilidad de deducirse el 100% de la cuota, dejándola a cero, y solicitar el abono por la parte restante acogiéndose a la Ley de Emprendedores, es un aliciente importante para seguir invirtiendo, aun cuando la deducción deba reducirse en un 20% y sea necesario esperar un año para su aplicación.

En los últimos años, los proyectos TIC´s son los que más crecimiento están experimentando en certificaciones I+D+i, teniendo buena prueba de ello Prointem. No obstante, el potencial sigue siendo importante, ya que aún quedan muchas empresas y proyectos por incorporarse, más de las que lo han hecho ya.