A estas alturas, todos hemos oido hablar del famoso cheque fiscal, pero ¿alguien sabe exactamente en que consiste, que condicionantes tiene, como se aplica en el día a día de las empresas y cuales son los beneficios reales?

Existen muchas dudas en el ámbito empresarial sobre su aplicación, lo que se traduce en multitud de preguntas en cualquier evento relacionado con las deducciones fiscales por I+D+i. Con el presente artículo pretendemos arrojar algo de luz sobre el tema, explicandolo de la manera más sencilla posible.

Aunque pueda parecer lo contrario, las condiciones son faciles de cumplir. La espera de un año se compensa con la superación de los límites y los beneficios de los siguientes años, ya que lo deseable es dar continuidad a las actividades de I+D+i. Además, el año en que se incurre en gastos, ya se pueden aplicar deducciones fiscales, hasta el límite de la cuota.

El tema de la solicitud del IMV es muy sencillo, y aunque supone un coste adicional, se peude asumir de sobra con una pequeña parte de los beneficios obtenidos. En cualquier caso, la empresa puede analizar cada año las deducciones resultantes y decidir si le interesa realizar todo el proceso que implica antes de incurrir en ningún gasto.

Mantener la plantilla dedicada a actividades de I+D+i se puede logra incluso aunque la plantilla media haya disminuido ligeramente, basta con mantener a los investigadores.

En cuanto a destinar un importe equivalente a la deducción aplicada o abonada, se refiere unicamente a la parte que supera los limites ya rebajada un 20%, por lo que si se mantiene una mínima actividad de I+D+i este requisito se cumplirá practicamente sólo.

En definitiva, se trata de un procedimiento establecido para premiar a las empresas que realizan una actividad de I+D+i constante a lo largo de varios años, permitiendolas obtener de forma acelerada el beneficio que de otra manera tendrían que esperar multiples anualidades.